El esgrimista costarricense Bradley Dallas Johnston Leyer es como la gota de agua que de tanto insistir en caer, rompe la roca. Fluye libre, sin prisa, pero sin detenerse nunca. Así, sin mucho ruido, puede llegar a formar ríos, lagos, océanos. A su ritmo exacto, fluye y cree en su proceso.

Es de esa manera como se convirtió en un atleta de alto rendimiento en este deporte combativo y miembro de la selección nacional de su país, Costa Rica. Desde allí ha contribuido a escribir la historia de la esgrima nacional, pues fue él quien le ofrendó a su suelo natal la primera medalla de oro en este deporte, en los Juegos Centromericanos de Managua 2017. Más recientemente, logró la presea de plata en el Campeonato Centroamericano y del Caribe del 2022.

Estos resultados los ha logrado con una paciencia y disciplina que le han permitido ser esgrimista a la par de hacer estudios universitarios, hasta egresar de la Universidad Nacional de Costa Rica como politólogo, más trabajar en un bufete de abogados que realiza servicios migratorios corporativos.

Así puede laborar desde cualquier parte del mundo, por lo que en sus constantes viajes para las competencias, no interrumpe sus tareas, pues se conecta a su laptop y cumple con su empleo. De ese mismo modo, concedió la entrevista a TouchéWorld para la sección Detrás de la careta, y así compartió parte de sus experiencias en 16 años de carrera deportiva.

 

Sabemos que te iniciaste en este deporte a los 18 años, en tu universidad, aunque tu verdadero interés era el béisbol, ¿qué te enganchó a la esgrima?

Me di cuenta que había un club que entrenaba permanentemente en la universidad y que había compañeros que estaban continuamente viajando a los juegos mundiales universitarios. Habían ido a Tailandia en el 2007 y me dije: “En este deporte no son muchos atletas. Si empiezo a entrenar fuerte, probablemente en unos años puedo ser yo el que tenga oportunidades de viajar”. Y así fue. Después de un año de entrenamiento, comencé a competir internacionalmente. Ese fue el comienzo de una serie de aventuras que se han puesto mejores y mejores con el tiempo.

¿Por qué te quedaste con la espada?

Yo empecé en florete, quería ser floretista porque mi entrenador era floretista, y quería seguir sus pasos. Pero simplemente no se me daban los resultados. Comencé a competir con espada, tanto como florete, y los resultados en espada se dieron naturalmente, sin ni siquiera entrenar mucho el arma. Entonces ese fue el camino que tomé.

¿Cómo compaginas tu vida personal con la deportiva?

Esa es una súper buena pregunta porque yo siempre pienso en que no tengo nada mejor que hacer que la esgrima (risas). Tomo mis decisiones de vida alrededor de mi proyecto deportivo. A diferencia de otras personas, veo que mucha gente piensa qué hacer con su tiempo, con su vida, con sus recursos. Para mí ha sido muy fácil, porque todas las decisiones se hacen alrededor de cómo puedo seguir desarrollando esta aventura de vida que para mí es la esgrima. Este deporte me ha dado un camino.

¿Piensas ser atleta toda la vida o ya tienes una visualización de tu retiro?

Dentro de la misma esgrima hay varios caminos: Uno se puede dedicar a ser entrenador o armero, árbitro o administrativo. Yo solo quiero ser deportista, y ser el mejor compañero posible de equipo.

De la misma manera que cambiaste de béisbol a esgrima, cambiaste la carrera de ingeniería civil a ciencias políticas. ¿Por qué?

Si, inicialmente comencé ingeniería civil, pero después de cuatro años estaba teniendo muchos problemas con las matemáticas. También desde mi segundo año universitario he tenido que trabajar, al menos medio tiempo. Entonces balancear el trabajo con el deporte y el estudio era súper difícil. Mi psicóloga deportiva me recomendó que hiciera un cambio de carrera. Me pasé a ciencias políticas, y fue un cambio de 180 grados que me permitió comenzar a disfrutar la universidad, mejorar mi rendimiento deportivo y seguir con el trabajo que tenía para pagar mis gastos.

Pero entre la ingeniería, las ciencias políticas, el trabajo y la esgrima, gana la esgrima ¿verdad?

Cien por ciento. Quizás yo necesité poner el doble de horas de entrenamiento que todos mis colegas; y así lo he asumido. No sabía si estaba tomando la decisión correcta al preferir la esgrima, pero el tiempo habló.

¿Se puede vivir de la esgrima?

En Costa Rica ya hay unas personas que están viviendo de la esgrima. Hay entrenadores que tienen su club establecido, especialmente en colegios privados, que ya están viviendo solo de la esgrima.

¿Qué es lo que más te gusta de la esgrima?

Me encanta competir.

¿En todos los escenarios de la vida?

No, no en todos los escenarios de la vida. En otros escenarios, la colaboración es más importante. A mí me encanta poner a prueba el entrenamiento que he tenido durante años. Yo casi no trabajo pensando en un corto plazo, sino que siempre tengo una visión para el largo plazo. Yo sé que he sido una persona que tarda en cosechar los frutos de su trabajo, que soy un poco más lento para aprender y para obtener cosas, pero al final de cuentas, las cosas se me dan.

Es cuestión de confiar en sí mismo, creer en el proceso, tener mucha paciencia y las cosas simplemente se llegan a dar.

 

Entonces, ¿crees que es más importante la constancia que el talento?

Han sido muy difíciles los 16 años que llevo en la esgrima, y estar en la selección nacional; pero las cosas se han puesto mejor, se han puesto más interesantes, se han abierto más oportunidades y lo estoy disfrutando montones. He visto compañeros que ya no están, que hubieran tenido una carrera igual o más prometedora que la mía, si tan solo se hubieran mantenido constantes en el tiempo.

¿Qué es lo más difícil de ser esgrimista?

Creo que lo más difícil, en un país como el nuestro, es que no somos los suficientes todavía. No tenemos los recursos tanto humanos, como económicos, para poder tener el nivel que quisiéramos. Entonces, lo más difícil es ser paciente y mantener la esperanza en que se van a dar mejores condiciones. En mi caso, siento que se han venido dando, y es cuestión de seguir trabajando.

¿Qué le dirías a jóvenes que aspiran a ser atletas destacados, pero no se atreven porque ven que es un camino muy difícil como lo acabas de describir?

Yo les contaría mi historia, sobre cómo se han dado las cosas para mí, y que también para ellos hay oportunidades, que van a ser diferentes, pero que pueden trabajar para lograr lo que quieren. Les diría que no solo piensen en su resultado personal, sino también en el del equipo y el de todo el país que representan. Muchos deportistas se frustran en edades muy tempranas, cuando todavía no han podido desarrollar su potencial completo, entonces, les muestro mi caso, que fue de un desarrollo tardío y se han venido dando las cosas. Tal vez para ellos podría ser similar, entonces que sigan trabajando y siendo constantes.

¿Qué te ha dado la fuerza para seguir adelante?

Creo que es la formación familiar que tengo. Siempre recuerdo las enseñanzas de mi papá. Nosotros venimos de un área rural en Costa Rica y una de las primeras enseñanzas de mi papá era que si uno se cae del caballo, se tiene que volver a montar inmediatamente y seguir. También está la enseñanza de mi mamá, que desde pequeños nos decía que cuando uno da de sí lo mejor, eso se devuelve en mejores logros.

En lo personal, ¿cuáles son los aprendizajes que te ha dado la esgrima?

He aprendido mucho sobre el mundo, porque he tenido la posibilidad de viajar, de tener amigos de otros países. He abierto los ojos al mundo, pero también he aprendido sobre mí mismo, sobre lo que quiero, cómo trabajar mi cuerpo, mi mente. Quiero seguir haciendo esgrima durante toda mi vida. Espero ser uno de esos atletas cuyo mejor rendimiento es a los cuarenta y tantos años, o ser uno de esos veteranos para los que los resultados no son prioridad, sino el proceso. Yo he aprendido eso, a fluir y disfrutarlo.

 

Por Yesenia Rincón Castellano. Comunicadora Social, Periodista. Jefa de Prensa.- TouchéWorld Editorial

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