Inicio DESAFIO Actualidad París 2024, una esgrima sin muchas sorpresas, pero sí con mucho glamour

París 2024, una esgrima sin muchas sorpresas, pero sí con mucho glamour

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Cuando el equipo japonés de florete masculino dio el último toque en la final ante Italia, la esgrima de París 2024 bajó el telón, entre alegría y nostalgia. Sin sorpresas mayúsculas entre los medallistas dorados, la disciplina dejó combates inolvidables y la demostración del crecimiento de la escuela asiática, desafiando a la tradición europea.

A pesar de algunos señalamientos negativos que ha tenido la organización de los juegos, la esgrima pareció exenta de los mismos. La calidad de los esgrimistas en competencia, el nivel del arbitraje y la elegancia de un recinto mágico, hicieron que los amantes de esta disciplina y los que no, tuvieran un espectáculo de altura.

Grand Palais, el escenario de un cuento de hadas

La arquitectura del Grand Palais sacó a la esgrima de maravillosas salas de armas para introducirla en un escenario con arquitectura exquisita. Inaugurado en 1900, este recinto histórico fue un verdadero acierto como sede, por su comodidad y majestuosidad.

Quedará para la historia la imagen de los tiradores finalistas saliendo por la terraza y bajando unas magníficas escaleras, rumbo a la pista principal. Imposible que alguna de las fotografías tomadas en este recinto no haya sido una obra de arte.

Volveremos a ver imágenes increíbles en el taekwondo y la esgrima en silla de ruedas, en los Paralímpicos.

El repunte de la escuela asiática

La esgrima y Europa son un binomio inseparable. Por tradición, talento y metodología, el viejo continente ha llevado la batuta en los medalleros en Juegos Olímpicos. En las siete ediciones del nuevo milenio, América y Asia han desarrollado sus escuelas de esgrima a la sombra de Europa, hasta París 2024.

En París, de las 12 preseas doradas que se entregaron, la mitad fueron a parar a países del continente asiático. Corea del Sur, Hong Kong y Japón se hicieron con par de soles, Europa ganó cuatro y América dos, en manos de Estados Unidos.

En la edición de Sydney 2000, en la que Asia sumó un oro, cortesía de Corea de Sur, ese continente no ganó ninguno en Atenas 2004. Cuando los juegos pisaron Beijing en 2008, solo China ganó alguna dorada en el sable de Zhong Man; luego de allí el crecimiento ha sido exponencial.

Londres 2012 vio como Corea del Sur y China se anexaron par de oros cada uno, de los 10 que hubo en disputa. Cuatro años después, en Río 2016, solo los coreanos pudieron montarse en lo más alto del podio, mientras que en Tokyo 2020 Japón, Hong Kong, Corea del Sur y China ganaron una dorada por delegación.

Varios países, entre ellos los asiáticos, supieron aprovechar la ausencia del equipo ruso.

Las leyendas que se consolidaron en París

Las pedanas del Grand Palais fueron el escenario perfecto para que tiradores de época le mostraran al mundo lo que pueden hacer. Casos notables, la estadounidense Lee Kiefer, el hongkonés, Ka Long Cheung y la ucraniana Olga Kharlan.

Kiefer repitió el oro conquistado en Tokyo 2020 en la prueba de florete individual y también guió al equipo estadounidense a ganar la dorada luego de derrotar a la Italia de Arianna Errigo. Ahora, la nativa de Cleveland tiene tres oros olímpicos, siete en Juegos Panamericanos, además de un oro, dos platas y cuatro bronces en Campeonatos Mundiales.

Ka Long Cheung de Hong Kong, fue otro de los que defendió con éxito su título de Tokyo 2020, en la prueba de florete. El asiático fue más que el italiano Filippo Macchi en la final, dejando a Nick Itkin, segundo en el ranking FIE, con el bronce.

Lo de Olga Kharlan fue más que destacado. Con seis medallas de oro en Campeonatos Mundiales, la nacida en Mykolaiv fue bronce en sable individual, pero fue la bujía de su equipo en la consecución del oro frente a Corea del Sur.

Hungría volvió a ganar oro en la prueba de espada por equipos con un team liderado por Gergely Siklosi y Mate Koch. La victoria les permitió a los húngaros cortar una racha de 52 años sin ganar esta competencia, desde lo hecho en Múnich 1972 de la mano de Győző Kulcsár.

El local quedó a deber

Francia hizo todo para copar la escena del tablero general de medallas y más estando en su casa. Pero de las 12 preseas en disputa, los tiradores galos solo pudieron sumar un oro en las cuatro finales que pudieron disputar.

Manon Apithy-Brunet salvó el honor de la esgrima francesa en una final del sable individual donde las locales tenían el oro asegurado, su rival, fue Sara Balzer. Las primeras dos del ranking de la FIE en esa arma, fueron las máximas alegría de los europeos.

Las derrotas dejaron un sabor amargo en los locales. El equipo de espada (Marie-Florence Candassamy, Auriane Mallo, Coraline Vitalis y Alexandra Louis-Marie, no pudo con Italia. Mallo falló ante la hongkonesa Vivian Kong en espada y Yannick Borel cedió con el japonés Koki Kano, también en espada.

La nota de color, una esgrimista embarazada en París

Cuando Nada Hafez salió a la pista de París, muchos desconocían el secreto que guardaba. La número 29 del mundo inició venciendo a la estadounidense Elizabeth Tartakowsky 15-13 en ronda de 32. En ronda de 16 corrió con una suerte diferente al quedar eliminada cayendo 15-7 Hayoung Jeon de Corea del Sur.

Al declarar ante la prensa, la africana anunció que compitió con siete meses de embarazo, una particularidad que no la detuvo a la hora de cumplir su sueño olímpico.

«Lo que a ti te parecen dos jugadores en el podio, ¡en realidad eran tres! Éramos yo, mi competidora y mi bebé, que aún no había llegado a nuestro mundo»

Nada Hafez

La esgrima baja el telón en medio de muchas emociones, con la mira puesta en una cita en cuatro años en Los Ángeles. ¿Cuántos de los ganadores en París estarán en Los Ángeles 2028?

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