A Martín Lora Grünwald siempre le llamó la atención la cantidad de espadas que su abuelo tenía en casa y que veía en cada visita. Por algún tiempo pensó que se debía al pasado militar de su nonagenario familiar, pero no era así. Aquel viejo hombre fue esgrimista, por lo que el amor a esa disciplina sería una especie de herencia.
La necesidad por practicar un deporte lo llevó a la natación, pero cada tarde, al salir de la pileta, iba a comprar merienda en un kiosko. Para llegar al recinto, pasaba cada día por la sala de armas del Club Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires. Enseguida lo atrapó sus grandes vitrales, la madera y el estilo antiguo.
Martín tenía que entrenar esgrima. Con 11 años, entre su padre y su abuelo lo alentaron a comenzar a practicar en el Círculo Militar de Buenos Aires, por lo que allí comenzó su historia. El destino no le tuvo escrita una larga carrera como atleta, pero sí como árbitro, a tal punto que ahora sueña con ir a unos Juegos Olímpicos.
“Desde que comencé a entrenar me comprometí mucho con la disciplina, me entendí bien con el grupo y mis entrenadores. Llegó un momento en el que salía del colegio y quería irme a entrenar, deseaba estar en la sala todo el día”.
Así explicó el argentino lo que fueron sus inicios en un deporte al que le dedicaría su vida. Desde su hogar en Buenos Aires, Martín Lora Grünwald atendió a ToucheWorld para contarle su pequeña gran historia. El camino lo llevaría a desempeñarse fuera de la pedana, le toca impartir justicia como árbitro.
TW: Hola Martín, que gusto conversar contigo. Recuérdanos tus mayores logros en tu etapa como atleta.
ML: Diría que mis mejores años como atleta fueron entre los 14 y 16 años, incluso, el primero de la pandemia, pero luego decidí no volver a competir. Gané 4 medallas panamericanas, una como juvenil y otras 3 como senior. Todas en sable.
TW: ¿Cómo llegaste a convertirte en árbitro?
ML: La verdad es que siempre me gustó, no sabría que otra respuesta darte, algo me pasó. Lo digo sinceramente, sentía que algunas veces me arbitraban personas que no eran idóneas porque no había la suficiente cantidad de árbitros profesionales. Muchas veces nos arbitrábamos entre los mismos esgrimistas.
TW: ¿Cómo fue el proceso para obtener la licencia FIE como árbitro?
ML: Siento que la mayor parte del proceso fue arbitrando en competencias en Gimnasia y Esgrima. En algún momento también hice un curso que me hizo mucho bien para familiarizarme con el reglamento.
Frecuentemente, chequeaba la página de la Federación buscando alguna modificación al reglamento, que eso puede pasar todos los años.
TW: Hemos recibido muchas referencias tuyas, de que eres un hombre muy justo, neutral y balanceado. ¿Cómo defines tu trayectoria?
ML: Al principio competía al mismo tiempo que arbitraba, tenía el foco más en mi carrera como atleta que como árbitro. Luego que me retiré en 2020, mi foco cambió completamente al punto de comenzar a hacer giras internacionales arbitrando en 2021.
Siento que mi templanza a la hora de arbitrar es algo que me caracteriza siempre. He visto diferentes temperamentos en árbitros, algunos se enojan, pero luego tomándonos un café, te das cuenta de que es una faceta que adoptan para imponer cierto respeto.
Yo trato de que el respeto se tenga desde los modales y la convicción de que estoy dando una acción de manera correcta. Soy un hombre que siempre se autoevalúa, que revisa los combates para ver si pude haber hecho algo diferente.
TW: ¿Qué consideras que es lo más difícil de ser árbitro?
ML: Así como un esgrimista se prepara entrando en calor, los árbitros también lo hacemos, viendo algunos videos. Es importante tener tiempo de preparación.
TW: ¿Arbitras diferentes armas o solo espada?
ML: Arbitro espada y sable. De hecho, me empezaron a convocar para las Copas del Mundo hace unos meses. Arranqué en Vancouver en noviembre y también me llamaron para la de espada en Cali.
TW: ¿Cuál ha sido el momento más feliz como árbitro?
ML: Hay una competencia que recuerdo con mucho cariño y fue el Panamericano del 2022. Hay competencias en las que por ahí he sentido que mi sensación estaba mucho más fina que en otras, en esa me sentí impecable, a tal punto que llegué a arbitrar la final individual de sable.
En el video hubo un árbitro con experiencia en Juegos Olímpicos, pero me eligieron a mí como principal. Me fue muy bien, recibí felicitaciones por algunas decisiones que tomé y eso no es muy frecuente que suceda con nosotros.
TW: ¿Y el momento más duro?
ML: Siento que los primeros años siempre son difíciles. Desde que se saca la licencia hasta ir haciéndose un nombre, que te vayan conociendo. Imagínate darle un combate por unos cuartos de final o una final a un chico que acaba de recibir su licencia.
TW: ¿Alguna anécdota que te haya pasado en el rol de árbitro?
ML: Siento que haber sido convocado por primera vez a una Copa del Mundo a través de la FIE representó un momento especial para mí. También, cuando fui llamado a los Juegos Sudamericanos.
TW: ¿Cuáles son las metas más inmediatas que tienes como árbitro?
ML: Es algo que sigo meditando. Siento que en algún punto consideraría ir a unos Juegos Olímpicos porque es lo que anhelamos atletas, entrenadores y árbitros.
TW: ¿Qué le diría Martín Lora a esos chicos que se están formando como árbitros?
ML: El año pasado tuve la oportunidad de conversar con unos chicos que conozco de Argentina y que pudieron presentar su examen FIE. Uno por ahí tenía la misma edad que yo tenía cuando saqué mi primera licencia, 20 años.
Le dije que me hubiese gustado prestarle más atención en su momento a la importancia de la regla más que a la interpretación de las acciones. Es algo que los evaluadores prestan más atención y que me doy cuenta cuando voy a competencias nacionales e internacionales porque es importante saber aplicarla.
Pese a solo tener 35 años, Martín Lora Grünwald sigue labrando un camino de éxitos en el mundo del arbitraje. Su nombre ya se escucha en importantes competencias internacionales y, en su país, va ganando una reputación entre los mejores. Impartir justicia con equidad y formación es una tarea que Martín tiene en su cabeza cada día.
No me resulta extraño que Martín haya conquistado el respeto de sus compañeros y superiores y que su reputación haya traspasados las fronteras de su país (Argentina) porque desde niño ha demostrado que el trabajo duro y la disciplina fueron su fuerte. Con una formación académica brillante habiendo cursado su bachillerato en el Colegio Don Bosco de Buenos Aires y luego la licenciatura en Ciencias políticas en la UCA. , y recibido allí a los 23 años con las mejores notas. Es natural en él que el esfuerzo y el trabajo den su fruto en su trabajo como árbitro . Cómo abuela materna de Martín doy fe y estoy orgullosa de su trayectoria.