El maestro Martín Barreto como buen uruguayo, muestra la garra que lleva por dentro. La pasión por la esgrima es notoria, y desde el club Verona Scherma en Italia trata de dejar una huella en todos sus atletas, sin olvidar sus raíces latinoamericanas.
Comenzó como atleta y después de más de 20 años la vida lo llevó a ser maestro. Ahora convertido en un hombre de familia y todo un maestro de la esgrima italiano nos da sus impresiones.
A continuación una entrevista realizada al entrenador uruguayo:
¿Cómo fue su comienzo en la esgrima?
A mí siempre me gustaron las espadas, los tres mosqueteros, el zorro fueron referencias fundamentales en los inicios. En Maldonado (Uruguay), hay un campus deportivo público y allí hacía natación con mi hermano, un día en 1993 vimos que comenzaban las clases de esgrima y nos anotamos, éramos tres personas, gracias a Daniela Muniz, que venía del pentatlón y fue quien comenzó la esgrima en mi ciudad, posteriormente nos enseñó Giorgio Castelli, un maestro suizo, que participó en los Juegos Olímpicos.
Mi esgrima siempre fue de la escuela Italia desde que soy chico. Siempre me dijeron que si tenía que mejorar tenía que ir a Europa.
Unos años después organizaron un torneo por equipos y participé en la espada, y de ahí me enamoré de la espada.
Los maestros siempre dicen que el florete es la clase, el sable el teatro y la espada es la verdad, yo estoy de acuerdo, en su simplicidad está su complejidad.
¿Cuáles son los recuerdos más felices y más tristes de su carrera como atleta?
En el 2023 en Milán fue el momento más alegre y más triste de mi carrera, competí en una copa del mundo que no debía competir, más que todo quería que mi hija mayor me pudiera ver en competencia, pero me di cuenta de que esa etapa ya estaba cerrada y que lindo que esa etapa la pude cerrar con mi familia cerca.
¿Cuándo comienza su carrera como entrenador?
No lo decidí, tuve que hacerlo. Viajé a Valencia (España) a entrenar y competir mientras trabajaba en un bar para mantenerme. Me enamoré de una chica italiana y me trasladé para allá, pero tenía que trabajar de forma clandestina mientras seguía haciendo esgrima, por suerte conocí a una amiga que me llevó al legendario club Giardino de Milano, pero no me pude mantener primero por mi situación legal y posteriormente por lo costoso.
Luego prácticamente me adoptó el maestro Adolfo Pantoni, quien me dijo que hiciera el curso de primer nivel, luego me consiguió trabajo por tres días a la semana en Milán y después otros dos días en Verona.
¿Cómo llegó al Verona Scherma?
En 2014 me regresé a Uruguay por motivos familiares y en 2016 me preguntaron desde el club si no conocía alguien que pudiera ser instructor tiempo completo y dije que yo mismo. Desde ese momento regresé a Italia hasta hoy.
¿Cuál es la filosofía de su club?
Somos personas muy diferentes y eso permite que miremos de distintas formas a los alumnos. Por ejemplo, el año pasado en un torneo sub 14 dejamos por fuera a una chica, y la que quedó afuera tuvimos que conversar en persona con ella por largas horas.
Considero que siempre estamos presentes, que pueden contar con nosotros.
¿Cómo equilibra sus días, entre la esgrima y la familia?
No es fácil, hay que tener suerte. Yo tengo a mi mujer que es el punto fuerte de la casa, ella es la que me permite poder dedicarme a esto. En los últimos años, logré arreglar un horario. En verano que hay vacaciones estoy mucho tiempo con mis hijas, al igual que cuando no hay torneos. Es agotador, pero mi esposa me da la fuerza de seguir. Mi hija mayor tiene cinco años y me encantaría que haga esgrima.
¿Qué es lo más apasionante de su función como entrenador?
A mí me gusta ser más maestro que entrenador, por eso prefiero trabajar más con niños que con atletas de alto nivel, aunque obviamente también me gustan las competencias.
Me gusta trabajar mucho con la elección del tiempo. Sobre el adversario y trabajar con espada y sin espada.
¿Cuál cree que ha sido su momento más importante como entrenador de esgrima?
Tengo la suerte que he desarrollado desde sus inicios a una atleta que recientemente ganó un campeonato italiano que no es poca cosa, con toda la competencia que hay aquí, habíamos estado cerca en otras ocasiones, pero de momento ese ha sido el más importante.
Es un resultado de un trabajo de todo el grupo.
¿Cómo es la relación de un entrenador con los padres y representantes del atleta?
Nosotros como entrenadores también somos educadores, no es fácil la relación con los padres, a veces se choca con lo que se cree que es mejor para un atleta. Uno debe entender los límites.
¿Qué considera que tiene que mejorar la esgrima latinoamericana?
Hay países donde ha crecido de forma importante. A mí me gusta la idea que se haga una base y desde ahí se parta para los torneos, lo que da la facilidad de tener el roce de compañeros de otros países y realizar torneos privados en los que se intercambia conocimiento y se puede invitar a expertos para fortalecer la esgrima en todas las formas.
¿Cuáles son las cualidades de la esgrima italiana que la hacen única?
Su capacidad de ser creativa, no es tan metódica, cada entrenador trabaja de forma diferente y eso la hace un poco impredecible, cada atleta desarrolla su propia personalidad y uno se va adaptando.
¿Cuál es su mayor sueño como entrenador?
Poder dar lo que la esgrima me dio a mí. Ayudar a mejorar la esgrima en Uruguay. A desarrollar una esgrima para todos.
¿Qué consejo le da a un atleta que se inicia en la esgrima?
Que le meta el pecho a las balas, que vaya para adelante, que no afloje. El trabajo se paga siempre que uno se organiza bien.
No cabe dudas que Martín Barreto es un enamorado de la esgrima y esperamos que pueda seguir teniendo el don de dejar marca en cada uno de los atletas con los que trabaja.