Saysunee Jana sufrió un terrible accidente en su Tailandia natal cuando tenía 17 años. Se cayó de una motocicleta, rompiéndose la espalda y quedando imposibilitada de mover sus piernas. Luego de esa terrible experiencia se encontró sentada en una silla de ruedas, deprimida, frente a una ventana, lista para arrojarse y terminar con su vida.
“Pero pasé una hora entera intentando levantarme de la silla de ruedas. Me sentí muy frustrada por ser demasiado débil para suicidarme”, le contó a The Guardian en una entrevista. De haber logrado aquella acción, la esgrima en silla de ruedas se hubiese perdido de una extraordinaria proeza, Saysunee Jana ganó todas las medallas de oro individuales en los Paralímpicos de París.
La tailandesa se llevó la dorada en sable, florete y espada, todas en la categoría B. Esta consecución la convirtió en la primera esgrimista sobre silla de ruedas en ganar las tres preseas individuales en unos Paralímpicos; anteriormente lo había logrado el italiano Roberto Marson, en Tel Aviv 1968.
Pero no siempre las cosas fueron triunfos, alegrías y abrazos.
En plena recuperación, sabiendo que no iba a poder volver a caminar, su familia se llenó de deudas. Durante cuatro años se negó a salir de su casa a otra cosa que no fuesen sus costosos tratamientos médicos, al punto de no querer seguir.
Pero el deporte “la salvó”, no solo a ella sino también a su familia, puesto que comenzó a ganar dinero y así fue logrando que las deudas fuesen cada vez menos. Se inició en el baloncesto en silla de ruedas, pero la cesta era tan alta como para los convencionales, así se acercó a la esgrima en la que se convirtió en leyenda.
Saysunee Jana ha sido un “rayo” en la esgrima en silla de ruedas
Precisamente Saysunee significa “rayo”. A los 30 años debutó en los Juegos Paralímpicos de Atenas, ganado el oro en la espada individual. Igualmente, formó parte del equipo tailandés que se hizo con el bronce en florete.
Volvió a la pista en Beijing 2008, en donde ganó bronce en el por equipos de espada y, cuatro años después, en Londres, fue oro en individual. En Río 2016 fue plata en espada y bronce en Tokyo 2020. Pero en París decidió hacer historia.
Tailandia sabía lo que traía en mente, por eso la nombró abanderada. Se inscribió en florete, espada, sable y logró vulnerar el dominio chino para ganar todas las pruebas en la categoría B.
“Al principio no esperaba ganar tres veces, porque todas mis oponentes eran muy fuertes y era un partido difícil. Para Tailandia, voy a convertirme en la reina de la esgrima”
¿Qué ha hecho con el dinero que el deporte le ha dado?
Las deudas familiares son cosa del pasado. Saysunee Jana ha ganado nueve medallas en Juegos Paralímpicos, la mayor cantidad para atleta tailandés alguno, incluyendo a los convencionales que compiten en los Juegos Olímpicos. Toda esa fama le ha dado dividendos que supo invertir, en su vida y la de los suyos.
Según The Guardian, Saysunee Jana pagó las deudas familiares y compró casas para sus más cercanos. Ayudó a su hermana a terminar sus estudios universitarios y completó su propia carrera. Igualmente, trabajó en la televisión de su país, creando conciencia sobre la inclusión a las personas con alguna discapacidad.
A los 50 años, Saysunee Jana es un ejemplo de resiliencia, una atleta de hierro que puede seguir expandiendo su legado, bien lejos de esos pensamientos suicidas que la atormentaron alguna vez. “La esgrima es mi vida. La esgrima cambió mi vida, de no tener mucho a tener una familia. Lo ha cambiado todo”.