Tres jóvenes a cargo del Prof. Franco De Caria realizan esgrima y sueñan con llegar a un Juego Olímpico
Las espadas chocan y hacen el ruido característico de una confrontación, los rostros se cubren y los guantes y pechera protegen: una imagen nada diferente a un encuentro entre dos contendores de esgrima. Sin embargo, hay algo que lo hace diferente, único y poco habitual: los oponentes están en sillas de ruedas. Al practicar este deporte, las sillas quedan sin movimiento, fijas a una estructura metálica. El accionar de los espadachines sólo es entonces de tronco, cabeza y brazos.
El entrenador, Franco De Caria, está sentado en una silla de hierro con asiento de madera y desde allí da indicaciones. Les hace ver a sus alumnos cómo poner las manos, cómo moverse y cómo buscar el cuerpo del rival. Los anima a ser ofensivos.
Otros dos espadachines siguen atentamente las indicaciones del profesor, por más que están unos metros retirados del “campo de combate”. Más lejos, una caja, alguna espada, guantes y chalecos protectores, en fin lo necesario para un entrenamiento más.
Es que en APRI (Asociación Pro Recuperación del Inválido), desde hace un tiempo se dan clases de esgrima a tres personas en sillas de ruedas, con el objetivo no sólo de ofrecer una actividad más para personas con discapacidades motrices, sino para que alguno de ellos pueda, con el tiempo, soñar y pensar en llegar a un juego olímpico, ya que es este es un deporte paralímpico desde 1953.
Tres los que comenzaron
En Uruguay, el primero en practicar este deporte fue Enzo, y poco después le siguieron Julio y Joel, los tres que actualmente hacen esgrima en silla de ruedas.
Durante uno de los entrenamientos, el profesor Franco De Caria le pasa los implementos a otro de los muchachos para que continúe, mientras dialoga con LA REPÚBLICA y cuenta que se desempeña como técnico deportivo convencional desde hace siete años y desde 2012 con la esgrima adaptada. “Ahí fue cuando conocí a Enzo, uno de los muchachos que están acá”, recuerda.
De Caria es profesor de esgrima y da clases en varios clubes de Montevideo. “Como nadie hacía esgrima para discapacitados pensé que si combinaba lo que más me apasionaba, que era la esgrima, y daba una mano a gente con problemas, para mi era ideal”, explica. “Por qué con discapacitados motrices… porque es un deporte oficial y porque la esgrima en silla de ruedas es un deporte paralímpico que está muy bien conceptualizado en el mundo”, añade.
Dice De Caria que si bien hay gente que se está interesando en algunos lugares del interior, “por ahora son los que estamos acá”. “Empecé con un alumno hace un par de años, y por el tema de la movilidad, ya que no es tan fácil que ellos se puedan acercar, decidí ir a buscarlos. Al principio de este año se dio esto de APRI y gané dos alumnos más. Enzo y Joel que hacen espada y Julio que hace florete”, cuenta.
Igual que el deporte convencional
El profesor explica que con relación al deporte convencional, este tipo de esgrima tiene adaptaciones, pero las armas, los elementos de protección y la reglamentación es exactamente igual. “Lo que cambia es que ellos tienen unas plataformas, que se hacen también acá en los talleres de APRI, donde fijan las sillas de ruedas y no tienen desplazamientos. Sí lo tienen a nivel de tronco. Es todo brazo, muñeca, mucha velocidad de coordinación y el ir y venir del tronco”, relata.
De Caria va dos veces por semana a APRI, pero los jóvenes trabajan el resto de los días en la parte física. Julio es “locatario” porque ya estaba en APRI, Joel vino un poco después, y el profesor ya conocía a Enzo. “Comenzamos a practicar y ya competimos por primera vez en Montevideo, en un torneo que organizamos. La idea es que se sume alguno más y seguir compitiendo. En este torneo fueron argentinos los que vinieron a apoyarnos y salió algo muy lindo, quedaron muy entusiasmados”, recuerda.
Hacia un Juego Olímpico
“Lo mío es competitivo, y así como un futbolista sueña con jugar un Mundial de fútbol, cualquier atleta sueña con llegar a un Juego Olímpico. En este caso, es un Paralímpico y mi objetivo es llegar a uno con alguno de ellos. Si se logra eso, estoy colmado; y atrás de eso viene todo lo demás, que es un deporte, que es una actividad recreativa que los motiva a hacer otras cosas… eso va de la mano de lo otro. La meta es alta probablemente, pero es el camino lo que importa. La mira es Río y cuatro años más tarde será Corea, o sea que siempre habrá una meta”, dice De Caria.
Esgrima para ciegos
De Caria tiene el programa de esgrima para ciegos, algo que dice “es una adaptación total”. “Adapto la esgrima a la pista donde ellos se desplazan”, explica, en tanto añade que en Uruguay y Sudamérica es el único que lo hace, aunque ahora está parado. Si bien no es un deporte paralímpico, el profesor recalca que “nació como algo rehabilitador en si mismo”. Según menciona, le implicó “un reto diferente” porque en lo convencional está acostumbrado a mostrar o demostrar. “Siempre me baso en decir ‘hagan esto’, lo muestro y lo reproducen. Con ciegos es todo hablado, el “esto” significa que tu pie derecho apunte a las doce y el otro pie a las nueve y las rodillas flexionadas”, especifica. No obstante, recalca que “tiene mucho en común con el bastón blanco y eso fue lo que le dio la pauta de que se podía hacer”. De Caria empezó a dar las clases en el Instituto Cachón, pero después dejaron. “En estos momentos no tengo lugar físico para darles clase, pero bueno seguramente encontraremos un lugar en algún momento para reengancharnos”, aclara.
Por Francisco Connio
Fuente: http://www.republica.com.uy/los-mosqueteros-del-esfuerzo/479164/