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Un cafecito con… Ruperto “Chicho” Gascón (VEN)

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Entrenador de Rubén y Francisco Limardo Gascón

Interesados en conocer mejor al hombre que llevó al esgrimista venezolano Rubén Limardo a conquistar medalla de oro en las Olimpíadas de Londres 2012, conversamos con el entrenador Chicho Gascón en el Hotel Tamanaco de Caracas, con ocasión del Foro Internacional Éxito Olímpico desarrollado los días 27 y 28 de abril del 2015 en esa ciudad de Venezuela por la Fundación Rubén Limardo

TW: ¿Qué te motivó a convertirte en entrenador de esgrima? Eres entrenador, fuiste atleta en su momento… ¿Cuáles fueron tus aspiraciones en cada una de esas etapas que te llevaron a convertirte en el Chicho Gascón que eres hoy en día? ¿Cómo ha sido tu trayectoria como tío y entrenador de un campeón olímpico, con esa responsabilidad que recayó sobre tus hombros a partir del momento en que asumes seguir impulsando a los muchachos en cuanto a su desarrollo en la esgrima—nos interesa conocer todas esas cosas: el apoyo, el tío, cómo manejas esos roles, el sueño que persigues, a qué aspira Chicho de aquí en adelante—porque quizás alcanzaste ya la meta plus ultra a la que puede soñar un entrenador, pero ahora, ¿qué viene? ¿qué más tiene Chicho para dar?

CG: Bueno, si empezamos así… Yo, en realidad, quise ser un buen atleta y soñaba con eso. Me decidí entonces a salir de Venezuela para entrenar, para ser bueno yo como atleta. Conseguí una beca con la Unión Soviética y me fui a estudiar allá, a la Unión Soviética. Yo estudiaba ingeniería mecánica aquí en Venezuela en ese momento, tenía el tercer año de ingeniería mecánica ya aprobado, y me fui a estudiar ingeniería mecánica allá, pero en realidad lo hice por la esgrima. Lo mío era esgrima, esgrima y más esgrima, hasta el punto en que la orientadora me dijo: «Bueno, aquí o es ingeniería mecánica o es esgrima y si sigues en esgrima te van a echar de la universidad, entonces tú decides. Y después te van a echar de la esgrima también, porque te van a sacar del país y no vas a hacer ni esgrima ni ingeniería mecánica. Yo te recomiendo que te vayas a estudiar educación física». Cuando ella me dijo eso yo sentí como si me hubiesen insultado…

TW: En pocas palabras te dijo que como ingeniero eras muy buen entrenador…

CG: Me dijeron que estudiara educación física para que pudiera entrenar, estar bien, etc. Jamás había pensado estudiar educación física, nunca en mi vida. Así que cuando me dijeron [eso] te puedes imaginar el choque, de ingeniero a profesor de educación física—con todos esos prejuicios que tenemos al respecto, aunque al final es una profesión como cualquier otra. De manera que seguía yo indeciso, y tenía muchísimos problemas en la universidad, problemas académicos, porque yo iba más a la esgrima que a las clases… y no me importaba. «¡Que me echen!», me decía. Y ella, la orientadora, seguía insistiendo en que me cambiara. Me decía: «Tranquilízate. Allá vas a hacer esgrima, ¿no es eso lo que quieres? Allí nadie te va a molestar. Estarás en una institución donde vas a hacer lo que tu quieres y bueno, estudias esgrima y después piensas en la ingeniería mecánica cuando quieras. Pero si quieres ser campeón, ingresa allá—aquí no vas a ser campeón». En ese momento tomé la decisión y me cambié. Me enfoqué en entrenar.

Un día tuve clases con una profesora que se llama Marina Bulatova (ella es muy, muy famosa en este momento, una señora muy, muy famosa en el mundo). Yo no se qué tiene esa señora, además de que es bellísima, muy elegante; no se, pero esa señora me enganchó con la esgrima, con lo que es el aspecto del entrenamiento. Ella daba la materia de Introducción al Entrenamiento Deportivo. Esa fue mi primera clase, el primer día de clase con ella. Entonces no se, me enamoré del asunto y dije: «Bueno, definitivamente, yo he dado tantas vueltas que esto es lo que yo quiero; esto es lo que yo he querido. Tengo que terminar [los estudios], tengo que graduarme ya, pase lo que pase». Y era muy difícil, porque allá eran tiempos de comunismo, quizás como estamos aquí ahora: colas, no se qué, no hay nada… horrible. Pero bueno, yo me gradué. Me propuse graduarme en educación física porque aquí en Venezuela había comenzado estudios en tres universidades y en ninguna había terminado. Y ¿sabes? me fue muy bien. De hecho, hasta el segundo año fui el mejor estudiante de toda la universidad…

TW: Por lo motivado que estabas…

CG: ¡Claro! Después, bueno, ¡me desmotivé! No era tan mal atleta, pero ya no era tan bueno como al principio, pues. Y desde ese momento, cuando esa profesora empezó a hablar con nosotros, yo me dije «Bueno, quizás el desafío es que yo pueda entrenar un campeón olímpico…». Desde allí fue que me planteé mi primer objetivo. Pienso que soy una persona de objetivos, de metas…

TW: ¿Qué edad tenías en ese momento?

CG: Veinte años… en el año 86…

TW: Y ya te habías planteado eso… Entonces tu traes ese renombre como entrenador desde que eras muy joven. A esa edad la mayoría de los atletas está soñando con…

CG:…con otras cosas. Sin embargo, yo me planteé eso entonces. Como te dije, me veo como una persona de metas. Me planteo una meta y hacia allá voy, como sea… Como sea. Es eso y ya. No me importa nada, tipo Maquiavelo. Así soy…

TW: Y así es como se logran las medallas olímpicas…

CG: Sí, así es como se logran las medallas… Me propuse graduarme, terminé mis estudios en Kiev y me gradué. Tuve problemas en Venezuela al regresar—el título no me lo convalidaron, no me daban trabajo… Le planteé a la Federación Nacional de Esgrima que trabajáramos con ocho muchachos de Venezuela para llevarlos a ser campeones olímpicos, un equipo. No me escucharon. Yo continuaba pensando en eso. La primera meta que me puse cuando salí de la universidad, fue: «Yo debo tener un campeón mundial antes de los cuarenta años». Esa fue mi primera meta después de terminar los estudios—y antes de los cuarenta años tuve un campeón mundial…

TW: ¿Quién fue ese campeón mundial?

CG: Rubén [Limardo]… El fue también mi primer campeón mundial… Yo lo llamo mi amuleto [risas], porque ha sido mi primer todo, pues… La siguiente meta que me puse es que debía tener un campeón olímpico antes de los cincuenta años y también lo logré [con Rubén]. Entonces, en mi vida normal he logrado muchas cosas así, con ese enfoque [de metas], no solo con el deporte. Igualmente ha sido en mi vida privada, como yo vivo… Yo era un chamo pobre, pues, yo no tenía nada, nada, y luego de mucho trabajo, de muchos sacrificios, ahora puedo decir que me ha ido muy bien, y te digo que muy bien… Y todo eso con propuestas, con objetivos: quiero esto, quiero estar bien, quiero vivir bien, quiero tener una empresa sólida (y tengo una empresa sólida)…

TW: Quieres tener tu estabilidad, tu libertad… Fíjate que es (perdona que te interrumpa), fíjate que hay algo bien bonito en toda la historia de Chicho. Esa historia, esa lucha, ese «¿Por qué me lo ponen tan difícil?», es semejante a la de cualquier chamo en Venezuela… Yo pienso que la batalla más importante que deberíamos estar librando todos los que somos parte de este trabajo por el deporte, en este caso, es tratar de derrumbar esas barreras, esos obstáculos, porque…

CG: Porque si se puede….

TW:  A la mayoría de los muchachos venezolanos les cuesta, comienzan dos carreras, tres carreras, cuatro carreras y no logran terminar… Tú te enfocaste, dijiste «Me voy a graduar’, pero otros muchos pasan por cinco carreras y no logran terminar… Saltan de una para otra y no lo logran, quizás porque no hay alguien que les diga «Termina una, no importa». Lograr micro metas, hasta que al fin…

CG: Sí… Así resumo mi vida, en todos los sentidos. Además de una lucha constante, es metas propuestas y logradas: «Tengo que lograr esto» y voy para allá; «Tengo que lograr esto otro». En cosas incluso tan sencllas como que yo siempre pensaba «En lo último que invertiré será en un auto», y así fue. Cuando ya tenía casa, cuando ya tenía de todo, me dije, «Ahora si puedes tener un auto». Cosas así. Cosas que son sencillas, a veces [hasta] estúpidas—me empeño en ellas y para allá voy. Yo me doy cuenta de que es así después de que pasan las cosas.

Así es mi vida cotidiana, todo el tiempo una lucha. Soy muy competitivo. Yo me río, porque me molesta, por ejemplo, cuando me pasan los autos en la calle. Entonces yo quiero pasarlos porque quiero ganarles, pues, y corro para pasarlos, en una competencia constante. «No, este me pasó, ¿qué es eso?». Es así, una lucha, una competencia constante. El otro día, sin embargo, me sucedió que me pasó un auto pequeñito—yo tengo un tremendo auto—y me ganó, me pasó y no pude alcanzarlo. Creo que estaba «envenenado», porque intenté alcanzarlo, muy molesto, y no pude. Mi mujer me dice, «Pero bueno, ¿qué es eso? No te puedes poner así…» Al final me dio risa…

TW: ¿Y cómo es la experiencia de tío y entrenador de tus sobrinos?

CG: Mira, es muy difícil, muy difícil, porque hay muchos sentimientos encontrados. A Rubén prácticamente lo crié, porque cuando mi hermana estaba embarazada de él estudiábamos juntos —ella también estudiaba ingeniería mecánica—y [después] ella se lo llevaba para la universidad y quien se lo cuidaba era yo, pues nos turnábamos con los horarios; vivió seis años en mi casa con mis padres; y me lo llevé a los catorce años para allá [Polonia]… es mi niño, pues. Es muy difícil el tema de ser entrenador de mis sobrinos porque a veces uno quiere como apretar las cosas y no puede. No los puedo echar, no les puedo decir «¡Fuera de aquí, no te quiero ver, chao!», como lo he hecho con otros… La tarea es muy difícil, porque hay invasión de todo tipo, de parte y parte, pero hasta ahora hemos logrado manejarnos bien.

TW: He visto que te refieres en varias oportunidades a que «se están viendo los frutos del experimento», ¿a qué experimento te refieres?

CG: Lo que pasa es que soy una persona muy experimental… Incluso cuando cocino no sigo recetas. Entonces, lo que hago hoy me queda bien, pero ya mañana no se cómo hacerlo de nuevo. Lo intento con los mismos ingredientes, pero no queda igual… También soy así en la esgrima, porque la vida es un constante cambio, estamos en cambio constante—y si no nos adaptamos al medio, morimos. Siempre pongo el ejemplo de los dinosaurios: se extinguieron porque no se adaptaron, no quedó ni uno.

En esgrima es igual, entonces yo hago muchos experimentos dentro del entrenamiento—se me ocurre alguna cosa y digo: «Muchachos, vamos a cambiar esto así». Y así lo hacemos de inmediato. A eso me refiero con el «experimento». Hacemos el cambio y lo probamos. Así he descubierto muchísimas cosas. He descubierto el éxito de muchísimos cambios, que yo llamo así, «experimentos»—cambios que hago yo dentro de la rutina diaria del entrenamiento. Claro, yo veo una competencia, de cada competencia hago un análisis y luego introduzco los cambios en el entrenamiento. Siempre estamos cambiando, siempre. Quizás por eso Rubén es tan difícil para la gente, porque él se ha adaptado a eso, se ha adaptado perfectamente a mi sistema de trabajo. Entonces es muy complicado, muy complicado ganarle a Rubén. Es muy difícil. Se le gana, pero es duro, porque todo el tiempo está cambiando cosas—para los próximos Juegos Olímpicos estamos trabajando en un «experimento» que va a explotar allá. Así fue con la medalla de oro de Rubén en el 2012. Comenzamos a hacer experimentos tres años antes de los Juegos Olímpicos, tres años antes comenzamos a hacer cosas que íbamos a ejecutar en los Juegos Olímpicos. Y los sorprendimos a todos, porque nadie se esperaba lo que hicimos. Fue algo completamente distinto a lo de costumbre y por eso ganamos, porque en ese momento les fue muy difícil adaptarse al juego de él.

TW: A ti no te sorprendió esa medalla…

CG: No, de ninguna manera…

TW: Sabías que esa medalla era para Rubén… No por intuición, tenías la certeza de eso…

CG: Si, de hecho lo escribí en Facebook como cuatro meses antes de los Juegos Olímpicos… Escribí que íbamos a ganar Oro.

TW: ¿Cómo se preparan para Río 2016?

CG: Estamos refinando ese esquema nuevo, ese sistema nuestro, haciéndolo más difícil aún de descifrar.

¡Vamos de nuevo por el oro!

 

Por: Calú Pargas Gabaldón.– CEO/Fundador TOUCHÉ EDITORIAL.

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