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Carlos Fernando Chacón: “Quiero hacer algo positivo por mi gente, por mi país”

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Nombre: Carlos Fernando Chacón

Apodo: Chacón

Lugar y fecha de nacimiento: La Paz, Bolivia. 21 de agosto del 2001

Club al que pertenece: Frabol.

Arma: Sable.

Orientación: Diestro.

 

A sus 21 años, muchas son las experiencias deportivas, viajes, más el crecimiento personal que ha vivido el boliviano Carlos Fernando Chacón, quien a la par de ser un atleta de alto rendimiento, estudia dos carreras en la Universidad Estatal de Pensilvania: Finanzas y Economía; además hace una especialización en Ciencia Computacional, y forma parte de la División I del equipo de esgrima Pen State.

Su carrera se caracterizó por ser precoz, pues combatió en las categorías de cadete y juvenil, siendo precadete. También se convirtió en campeón adulto a los 14 años.

Actualmente, en activa formación como profesional y atleta, muchos son sus sueños, pero el destino es uno solo: Bolivia. El más elevado de sus anhelos es hacer todo lo mejor para “su gente”, y en ese grupo, al igual que en su corazón, caben muchas personas: Su familia, compañeros de equipo, su Club Frabol, su Federación, su país y hasta Latinoamérica entera.

De eso y más habló con TouchéWorld para la sección Detrás de la Careta, dejando ver en cada palabra su amor por la esgrima y su región.

Sabemos que tus inicios fueron viendo ver entrenar a una prima, pero ¿por qué no hiciste florete como ella?

Es verdad que me interesé en la esgrima porque veía entrenar a mi prima Mariana Pino, quien era campeona suramericana en florete. Pero a mí nunca me gustó el florete, me agarró la espada porque era lo que todo el mundo hacía en ese momento.

Entrené con espada muy poco, apenas meses. No me gustaba mucho. Me cambié a sable a los 12 años, porque me mandaron a un Suramericano en sable, en Sucre 2011. Pero después de eso, lo dejé. Probé otros deportes y fue en el 2015 cuando volví con una visión diferente. Quise reintentarlo con seriedad. Comencé a entrenar, a competir en nacionales y me fue muy bien.

Luego de haber probado varios deportes, ¿Cómo supiste que la esgrima era lo tuyo?

Experimenté con bicicrós, basquetbol, kempo y boxeo. De todos me gustaba más el boxeo. Pero una vez mi madre me dijo: Experimenta con esgrima, que acaba de llegar un nuevo entrenador de Venezuela, que es Pedro Contreras. Y así hice.

Vi muchas similitudes en la esgrima con el boxeo, en cuanto al desplazamiento y el entrenamiento. Pero sentí que el boxeo era un deporte más cerrado en cuanto a las categorías por peso. Entonces me apasioné por el sable.

Que la esgrima fuera menos popular, eso era precisamente lo que me gustaba, porque era un deporte en crecimiento y yo quería ser parte de ese crecimiento.

¿Qué es lo más difícil de la esgrima?

Que no es lineal y la competitividad es muy grande, porque uno no se enfrenta a uno solo, sino a muchas personas. Es un duelo permanente.

¿Y qué es lo mejor de este deporte?

Que te da una disciplina total, porque el entrenamiento debe ser diario. También me da muchas experiencias porque conoces gente. Tengo muchísimos amigos que la esgrima me dio y estoy agradecido con Dios por tenerlos. Este deporte también me enseñó a tener esperanza, que hay que tenerla sí o sí, porque si no tienes esperanza en tus resultados y no crees en ti mismo, no vas a lograr nada.

¿Qué ha sido lo más difícil de tu carrera como esgrimista?

Fui al Panamericano de 2020. Allí conseguí llegar al tablón de 8 y clasificar para los Juegos de Cali, donde el objetivo era ganar. Pero quedé en el tablón de 8 y fue uno de los momentos más duros de mi carrera deportiva, porque venía de muy buen Suramericano en el que había ganado plata.

Mi delegación tenía mucha esperanza en mí en esa competencia, porque a simple vista ya el resultado estaba listo. Se siente también una responsabilidad muy grande que los demás crean en ti. El aprendizaje es que uno no se puede adelantar a las cosas. Fue un golpe tan duro, tan frustrante, que casi me retiro por eso. Era mi sueño.

¿Cómo superaste eso y cómo te recuperas tras una derrota?

En ese momento, el entrenador de Bolivia me dijo que no tomara la decisión de inmediato. Me dijo: “Si vas a retirarte está bien, pero no lo hagas hoy, vete de vacaciones, a la playa, al campo, donde quieras, piensas y luego de unas semanas decides. No volví a tocar el tema ni conmigo mismo”.

Un amigo me dijo que si iba a retirarme que no fuera en mi peor momento, sino en el mejor. Que no permitiera que ningún resultado me fuerce a eso. Que no me fuerce el deporte, sino que yo lo deje a él. Y eso me quedó en la memoria.

El psicólogo deportivo con el que trabajo actualmente me contó la historia del anterior DT (director técnico) de fútbol en Argentina, que no llegaron ni a la semifinal de un mundial, tenía un resultado desastroso y todo el mundo decía: “que se retire, que se retire”. Pero él siguió trabajando, vino otro mundial, ganaron y se retiró. Todo el mundo se preguntó por qué lo hacía en su mejor momento, y el argumentó que si lo hubiera hecho en el fracaso se hubiera arrepentido toda su vida. Dijo: ‘Ahora ya sé que hice mi trabajo, y decido que aquí se acaba”.

Yo creo en eso. El aprendizaje es que hay que seguir adelante, porque todavía hay demasiadas oportunidades. Soy muy joven, con 21 años, apenas estoy comenzando mi carrera de adulto.

¿De dónde sacas la fuerza o inspiración para seguir adelante?

De mi crianza. Fui educado por una madre soltera muy autoexigente y exigente. Siempre me decía “tienes que intentarlo”. No se acaba hasta que ganes. Eso me enseñó a ser guerrero.

¿Qué consejos les das a otros esgrimistas?

Que lo intenten todo. Que el trabajo de hoy, son los resultados de mañana. Todo trabajo siempre tendrá sus frutos.

¿Cuál es tu mayor satisfacción en este deporte?

El Campeonato Sudamericano de Ibagué, ganamos por equipos una medalla de plata. La semifinal contra Brasil fue un momento súper bonito, vi como toda mi delegación me estaba mirando, casi metidos todos en ese combate.

Eso fue bellísimo, porque yo me esfuerzo por mi país y por darles esperanza a los atletas más jóvenes, que van comenzando. Lo mejor de ser atleta es poder ser la inspiración de otros.

¿Alguna anécdota que recuerdes y quieras compartir?

Si. Me pasó en Pen State, fue una de mis primeras meets. Estábamos combatiendo en equipo de tres. Me doy cuenta que me estaban gritando, me paro a observar quién y me doy cuenta que uno me estaba gritando en español, otro en francés, el entrenador en inglés y yo no le estaba haciendo caso a ninguno de los tres. Les dije: En el próximo combate me habla uno solo y en un solo idioma (dejó escapar sus carcajadas)

¿Cuántas horas entrenas y cuántas horas descansas?

Entreno de lunes a viernes, de 7:00 am a 10:00 am; los sábados de 8:00 am a 11:00 am. Por las tardes hago preparación física y también estudio. Y el domingo descanso. Lo tomo para mi, para desconectarme, cocinar, ir al cine.

Tengo siete horas de descanso, que son las de dormir.

Fuera de la esgrima, ¿Cuál es tu hobby?

Leo muchas cosas históricas. Antes hacía música, cantaba, vendía letras a un estudio. Ya no tengo tiempo para nada de eso. Leo biografías y veo series.

¿Tienes alguna dieta específica?

En temporada de competencias tengo una dieta muy equilibrada. No tanto tiene que ver con restricción de alimentos, sino en las cantidades. También he aprendido que ciertos carbohidratos son mejores, como lo son: el arroz el integral, la quinoa, yuca, el camote. La pasta, solo de vez en cuando y una porción diferente. Tenía la asesoría de un nutricionista en Chile y también hay uno en Pen State que me hace un control de los objetivos trazados. Como yo mismo cocino, trato de variar lo que como. Lo importante es ser capaz de variar los alimentos y disfrutarlos.

¿Escuchas música para entrenar?

Escucho música para entrenar, para competir, antes de la “compe”, después de la “compe”. Todo el día. Mis top 5 son: reggaetón, R&B, hip hop, bachata y vallenato. Para entrenar prefiero más hip hop y reggaetón, para el resto del día, todo lo demás.

¿Cómo compaginas tu vida personal con la deportiva?

Con disciplina. Me levanto a la misma hora todos los días: 6:10 am y para todo tengo un horario. A las 7:00 am ya comienzo a practicar esgrima hasta las 10:00 am, más media hora de estiramiento. Por la tarde, de 4:30 a 5:30 de la tarde hago entrenamiento físico, desde las 5:30 pm hasta las 10:30 pm trabajo.

¿Qué piensas cuando estás en el combate?

Me ayuda a pensar en una acción en específico. Tengo un esquema de combate y lo sigo.

¿Qué sueños tienes en lo deportivo, en lo profesional y personal?

En esgrima, mi sueño es clasificar a los Juegos Olímpicos de Paris 2024. Ese es el objetivo que todos los tiradores del circuito adulto tienen. Mi objetivo es destacar en la competencia zonal del preolímpico. Para eso me estoy preparando. Entonces, ahora mismo, ese es mi sueño más grande. Después, clasificar en Los Ángeles, sea por equipos o individual.

En lo profesional, a corto plazo, me gustaría trabajar en una firma de finanzas corporativas de Estados Unidos, por cuatro años, luego migrar a un lugar de Latinoamérica: México, Colombia o Brasil. Y a largo plazo volver a Bolivia, para trabajar en los microcréditos y las microfinanzas, que es lo que más me apasiona. También hay varios emprendimientos que me gustan. La economía me apasiona demasiado porque te enseña a lidiar con problemas a nivel macro y micro.

En lo personal mi sueño es dejar el nombre de mi familia en alto y hacer algo positivo por mi gente, me refiero a mi país. Soy una persona que ama mucho a Latinoamérica y especialmente a Bolivia.

 

 

Por Yesenia Rincón Castellano. Comunicadora Social, Periodista. Jefa de Prensa.- TouchéWorld Editorial

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