Foto: Cortesía Augusto Bizzi

Lo que empezó con una simulación de espada mientras estudiaba para una exposición, terminó convirtiéndose en una exponente de la esgrima de su país y actual integrante de los equipos de arbitraje internacional.

En ésta ocasión TouchéWorld presenta en la sección “El Árbitro…” a Adriana Attar Cohen, quien a pesar de asegurar haber conocido tarde el deporte, ha tenido un gran crecimiento sobre las pedanas, profesionalizándose en el rol del arbitraje. 

De nacionalidad argentina, Attar Cohen ha vivido un acelerado proceso de aprendizaje desde el inicio, pues conoció la esgrima al percatarse que el señalador de un libro que leía, era una espada, la cual comenzó a utilizar mientras estudiaba para una exposición, sin saber que al poco tiempo usaría un sable real para defender a su país sobre las pedanas. 

Adriana empezó a practicar esgrima a los 23 años, carrera en la que se mantuvo como atleta e integrante del Equipo Nacional de Sable Argentino durante 10 años, pues su deseo de ser madre la llevaron a bajar de las pedanas, sin embargo el retiro fue corto, pues durante su etapa de madre, decidió iniciar un curso de arbitraje internacional. 

“Recuerdo que mi carrera fue relativamente corta como atleta y en el año 2015, el presidente de la Federación Argentina de Esgrima, Víctor Sergio Groupierre, me hizo la invitación a participar en un Seminario de Arbitraje para mujeres en América,  la cual acepté, pese a no saber mucho de lo que se trataba”, manifiesta Attar Cohen.

Desde entonces, la árbitro con licencia en las armas de sable y florete, ha ido forjando su camino en el mundo del arbitraje internacional, con el sueño de dirigir asaltos en unos Juegos Olímpicos y aportar a la inclusión e igualdad de la mujer en el deporte. 


TW: ¿Cuándo comienzas con el arbitraje?

AA: Todo comenzó luego de tener buen rendimiento en el Seminario de Arbitraje para mujeres en América, lo que dejó contentos a los examinadores, sin embargo, como era el año 2015, previo a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, no pude ser incluida por políticas del deporte, y es hasta la temporada 2016-17 cuando recibo mi primera convocatoria.

Todo ha sido paso a paso. En el primer año estuve en una Copa del Mundo y el Mundial Juvenil, mientras que al siguiente año estuve en dos Copas del Mundo y nuevamente en el Mundial Juvenil y así ha ido incrementando mi participación en eventos internacionales. 

TW ¿Cómo define su trayectoria como árbitro?
AA: Como alguien que está colaborando en un mundo de cambio a que la mujer pueda participar aún más, en un deporte que es de todos. 

TW: ¿Qué fue lo más difícil o complejo de pasar de atleta a árbitro?

AA: Buena pregunta -entre risas-. Creo que es el entorno. Saber que es un asalto difícil, saber qué es lo que pasa con cada uno según el resultado. 

Pongo el ejemplo del Grand Prix de Sable Seúl 2019, era la primera prueba clasificatoria de los Juegos Olímpicos Tokio 2020 y el ambiente es diferente porque ya cuando se están peleando puntos por algo tan importante, de gran envergadura, eso se siente. Así como lo siente un tirador, lo siente un árbitro.

Entonces creo que lo más difícil para mí, ha sido poder aislarme de esa situación y simplemente ver las acciones. Tratar de no dejarte influenciar por el entorno, los gritos, y las presiones que se tratan de dar. 

TW: ¿Qué es lo más apasionante de su función?

AA: Tengo la idea que el deporte en general, en cualquiera de los roles que se asuman, le permiten conocerse a uno mismo. Conocer los límites, vivir según los valores que uno tiene. Así que la función del árbitro, al menos en el sable, uno nunca deja contento a todo el mundo. Uno no puede complacer siendo árbitro, uno tiene que dar lo que ve.

Así, que si sé que hice lo que vi y siento, lo que me apasiona es eso, que hago una cosa por convicción y por un deporte que amo. Me apasiona hacerlo con honestidad. No importa la situación en la que esté, ni quien sea el tirador o su país, lo que me importa es hacerlo de manera honesta. 

TW: ¿Cómo es la relación de un árbitro con los atletas?

AA: En mi caso, me ha tocado arbitrar con quienes compartí circuito y con quienes fui rival y eso uno trata de no pensarlo, de quien es, ni que apellido lleva. 

Reconozco que al principio no me resultó fácil, porque cuando te reciben en un país y dan hospitalidad y de repente tener que arbitrarle, es como que reencontrarse en otro espacio. Pero con el tiempo se va aprendiendo de que uno está parado en la pedana para dar las acciones que uno ve y no por amistad, porque realmente no es la función del árbitro. 

Eso dura lo que dura el combate, porque luego, uno puede tener afinidades con las personas y está bien porque somos una gran familia. No puede haber la mentalidad de que el árbitro no puede hablar nunca, ni siquiera fuera de una competencia con nadie. Simplemente uno tiene que saber que tiene que ser justo y hacer su trabajo. 

TW: ¿Cuál ha sido el momento más feliz o satisfactorio durante su rol como árbitro?

AA: Uno de esos momentos, ha sido cuando recibí el primer correo de convocatoria. Fue una alegría inolvidable, con todos los nervios que implicó, porque comprendía que iba a tener de colegas a personas que me arbitraban y que yo admiraba. 

Luego de eso, han sido buenos momentos, el recibir determinados reconocimientos de las personas. Que te vengan a decir ‘estoy muy contento con el arbitraje’ o cuando te felicitan, al igual de cuando te dan la oportunidad de arbitrar alguna semifinal o final, eso es un reconocimiento y gratificante. 

TW: ¿Cuál ha sido el momento más difícil o incómodo durante su rol como árbitro?

AA: Creo que más allá de la presión, que con el tiempo se aprende a manejar, es cuando uno se da cuenta que se equivocó. Cuando uno percibe un error que ya cometió y que no puede volver atrás, es un momento incomodo y uno tiene que tratar de mantener la compostura y de que eso no se note para que no afecte la concentración. 

Uno trata de equivocarse lo menos posible, pero eso nos pasa a todos los árbitros. Entonces es aceptar el error y saber que el error puede suceder y hay que superarlo para ser justo a partir de ahí. 

TW: ¿Qué anécdota recuerda durante su rol como árbitro?

AA: Las anécdotas graciosas siempre son situaciones donde se quiso instalar alguna discusión, o presión para incomodar, pero luego te dicen ‘tenias razón’, entonces tú dices entre risas, ¿Para qué me hiciste pasar ese mal momento? Pero uno entiende que son las cosas del deporte.

TW: ¿Cuál es su mayor sueño como árbitro?

AA: Para la mayoría de los árbitros, ir a unos Juegos Olímpicos, es el coronario de todo, y la verdad es que yo nunca fui a unas olimpiadas como atleta, por lo que sería lindo ir como árbitro, pero sé que para Tokio -2020- no va a suceder porque soy muy nueva, pero aparte de eso, creo que estaría satisfecha con poner mi granito de arena, para que desaparezca esa cuestión de hombre y mujer y que se vea el árbitro como uno solo. 

“Existe la necesidad de formar árbitros y darle la importancia a esa figura” A. Attar Cohen.

Por Antonio Vásquez. Lic. en Comunicación Social, Periodista Redactor de Deportes. Jefe de Prensa.– Touché Editorial.


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