Durante siglos, la esgrima ha sido parte integral de la rica herencia cultural de Hungría, nación que ha forjado una reputación destacada, no solo por su excelencia en el deporte, sino también por su contribución al desarrollo y la promoción de esta disciplina en todo el mundo.
Desentrañando los orígenes
Los inicios de la esgrima en Hungría se remontan al siglo XV, cuando el país formaba parte del Reino de Hungría y luchaba por su independencia. En esta época, la esgrima era una habilidad vital para los soldados húngaros que defendían su territorio de las invasiones otomanas.
“Incluso antes del período de la Conquista, los sables eran muy utilizados por los nómadas magiares, y se encontraron en tumbas fechadas antes de su llegada a la cuenca de los Cárpatos”.
El auge en el siglo XIX
Durante el siglo XIX, la esgrima floreció en Hungría, impulsada en gran parte por la influencia de maestros franceses que llegaron al país. Estos maestros introdujeron nuevas técnicas y estilos de esgrima, incluyendo la esgrima deportiva con florete, espada y sable, que pronto se convirtieron en disciplinas populares entre la aristocracia y la clase alta húngara.
En 1825, se estableció la Institución Nacional de Esgrima en Budapest y la primera competencia del deporte se llevó a cabo en 1895.
En 1896, Hungría tuvo el honor de ser uno de los países fundadores de la Federación Internacional de Esgrima (FIE), que aún rige este deporte a nivel mundial.
La Edad de Oro de la esgrima húngara
El siglo XX presenció el apogeo de la esgrima húngara. Durante los Juegos Olímpicos de 1908 en Londres, los esgrimistas húngaros se destacaron en la competencia, estableciendo su reputación como maestros en el arte de la esgrima. Entre los esgrimistas más exitosos de Hungría se encuentran:
Ilona Elek: Conocida como la «Reina de la Esgrima», Ilona Elek ganó tres medallas olímpicas consecutivas en florete individual en los Juegos de 1936, 1948 y 1952. Su elegante estilo y precisión la convirtieron en un ícono de la esgrima. Ver artículo sobre ella publicado el 31 de agosto de 2023 en TouchéWorld:https://toucheworld.com/leyendas-ilona-elek-la-reina-del-florete/
Aladár Gerevich: Este legendario esgrimista húngaro, especialista en florete y sable, fue un competidor destacado durante varias décadas. Ganó 7 medallas Olímpicas de oro y 19 en campeonatos mundiales, un logro impresionante que lo convirtió en una leyenda en la esgrima.
Pál Schmitt: Además de ser un exitoso esgrimista, Pál Schmitt también se destacó en la política. Ganó dos medallas de oro olímpicas en la prueba de sable por equipos en 1968 y 1972. Más tarde, se convirtió en presidente de Hungría.
El legado continúa
Hoy en día, Hungría continúa siendo una potencia en la esgrima a nivel mundial. Su sistema de entrenamiento y sus escuelas de esgrima son reconocidos por su excelencia y producen talentos de clase mundial que compiten en torneos internacionales y representan a su país con honor y distinción.
Con 37 medallas Olímpicas de oro, 23 de plata y 27 de bronce, y con 93 medallas en Campeonatos Mundiales, la esgrima es reconocida como uno los deportes más exitosos en este país.
En la actualidad, Tímea Nagy y Áron Szilágyi (Sable) están entre los esgrimistas húngaros más destacados, ambos con 2 medallas olímpicas de oro.
Definitivamente, la esgrima en Hungría es mucho más que un deporte; es una parte esencial de su identidad cultural y un símbolo de destreza y honor. Su legado perdura y su influencia en la esgrima moderna es innegable; su trayectoria es un testimonio de la pasión y la perseverancia de una nación que ha abrazado este arte con pasión y excelencia inigualables.
Fuentes:
https://es.wikipedia.org/wiki/Alad%C3%A1r_Gerevich
https://es.wikipedia.org/wiki/P%C3%A1l_Schmitt
Por Lillyana Vallejo Gómez. Comunicadora Social Periodista. Directora Editorial – TouchéWorld Editorial.
